Emiliano Hernandez Camargo

ALEXANDRO MARTÍNEZ CAMBEROS

No hablamos de oídas. Conocemos a Martínez Camberos desde hace un cuarto de siglo y nos convence su testimonio escrito porque conocemos al hombre.

            En los 60’s,  cuando yo era estudiante en el Instituto Tecnológico de Durango, tuve un primer acercamiento a su nombre a leer su ensayo La Revolución quedó atrás… y está adelante. En el entorno durangueño era considerado un hombre culto, un maestro universitario de prestigio y un intelectual con inquietudes políticas al que se acercaban los jóvenes para escucharlo.

            A fines de la siguiente década me hice de él, a raíz de su enlace matrimonial con Emma Salas del Campo, dama durangueña con quien cultivábamos amistad cuando ella era secretaria en el ITD y yo era estudiante.

            En el año de 1978 nuestra amistad se hizo más profunda, cuando cuidadosamente se preparaban los festejos del XXX Aniversario del Tecnológico de Durango. Para ese entonces era asiduo visitante de los Tecnológicos a invitación de mis diligentes colaboradoras Socorro Soto Alanís y Cecilia Salas del Campo.

            Fue entonces cuando me acerqué  al poeta y logré su invaluable colaboración: integró prologó  una antología de la poesía durangueña para la serie conmemorativa Guadiana.

            También dentro del programa de celebraciones fue miembro del tribunal calificador en el Certamen de Declamación de los Tecnológicos, en unión de José Luis Escobedo Velásquez y Salvador Cruz.

            Posteriormente formó una antología prosística dirigida a la juventud que aunque encargada por la Dirección General de Institutos Tecnológicos hubo de ser publicada bajo el patrocinio del Instituto Politécnico Nacional.

            Al emerger su personalidad política en las elecciones federales de 1988, pasó a ser diputado plurinominal del Frente Cardenista por la segunda circunscripción con cabecera en Durango. Su vehemencia queda patente en el hecho de que antes de abordar la tribuna durante una sesión tormentosa sufrió un ataque al miocardio que lo alejó temporalmente de la escena parlamentaria.  

            De ahí que no hayamos dudado en incluirlos entre los políticos en activo que confían al papel, sus anhelos e inquietudes.

            Alexandro Martínez Camberos nació en Durango en 1916. En su ciudad natal cursó todos sus estudios elementales y medios superiores. En 1939 alcanzó la licenciatura en derecho, pero no dio por terminada la incursión y en 1953 obtuvo el doctorado en la UNAM.

Desde sus tiempos de estudiante se integró al aparato judicial y por riguroso ascenso fue juez de distrito durante los años 1962-1967.

Asimismo ha sido consultor jurídico del secretario de Industria y Comercio, jefe del Departamento de Amparos de la misma dependencia y primer secretario del Tribunal Unitario del Primer Circuito.

Ha movido la pluma por una vía doble: el derecho, la sociología y la política, dentro de la línea de las ciencias sociales, y la poesía dentro de la línea de la producción de raigambre provinciana y proyección universalista.

Dentro del primer rubro podemos enumerar: El Problema de la Justificación del Estado, tesis recepcional de 1939; La Ciencia del Derecho y los Valores, 1953; Los Delitos de Disolución Social significan la Disolución Constitucional, 1958; La Revolución Quedó Atrás… y Está Adelante! (El camino del pueblo mexicano), 1958; Planeación y Planificación Políticas (Notas para un partido obrero), 1960; La Ciencia del Progreso Social (1962); Ciencia, Conciencia Y Eficiencia Políticas, 1962; El Cardenismo Existe, ¿qué el Cardenismo?, 1988.

Dentro el rubro poético anotamos: 33 Poemas, 1935; Estrella de Cinco Puntas, 1939; Poemas Ignorados, 1942; Ciudad y Canto, 1943; Berilos, 1944; Amaranto. Sonata de Amor Mayor, 1946; La Patria Sustantiva. Poema en Forja, 1949; Levántate, Cuahutémoc 1951; 2 Poemas por la Paz, 1951; Ellos son Poderosos… Andamios para un Poema, 1953; Acróstico del Cenit, 1954; Sexto y Séptimo Círculos, 1957; Canción Alucinada, 1957; Un Cielo Azul de Durango, 1957; Flor Durango, 1963; Ella, Cifra del Hombre. Anticantos  por Aldonsa-Dulcinea, 1985.

Respecto a su poesía, Evodio Escalante ha escrito acertadamente: “Salvo el Acróstico de Cenit, que es un texto perfectamente endecasílabo, Martínez Camberos prefiere manejarse dentro de un verso directo, sin restricciones de métrica y rima, y sin la chocante obsesión de hacer versos “bonitos”. Nada más extraño a este poeta que el esteticismo de los finos y los decadentes. Su voz está más cercana a los acentos ásperos de un Mayakovski o a la entonación social de un León Felipe”.

Por lo que toca a su pensamiento político nada mejor que desglosar unos trozos de sus ensayos sucesivos, jalonados a lo largo –ya-  de medio siglo:

“La Constitución de 1917, que plasma los objetivos concretos de la revolución mexicana, sigue siendo válida en lo esencial, como bandera y apoyo para el desencadenamiento de un nuevo impulso revolucionario de las grandes masas populares, por la democratización de la tierra y del régimen político, así como por la verdadera autonomía nacional de México; de acuerdo con la experiencia acumulada en los últimos años, dado el propio carácter clasista de la burguesía radical (de fácil descomposición),  no ésta ni aquella son capaces de promover y dirigir tal impulso hasta su fin victorioso, o sea llevar la revolución en su etapa democrática, antifeudal y antiimperialista, hasta sus últimas consecuencias intrínsecas (aún en el marco capitalista)”.

“La naturaleza está por ser humanizada, dominada y aprovechada por el hombre; pero también la economía, la sociedad misma, que sólo parcialmente son en verdad humanas, propias del hombre, adecuadas para su desenvolvimiento y florecimiento masivo, genérico, como estirpe.

Esta humanización, desenajenación de los hombres, únicamente puede intentarse, con perspectivas de éxito, mediante la toma de conciencia de la enajenación por las grandes masa humanas (mantenidas en una situación sub-humana de incuria, miseria e ignorancia); esto es, de otro modo dicho: la difusión, la propagación de la conciencia científica, sociológica, de las condiciones y perspectivas del desarrollo social, el planteamiento de objetivos congruentes, positivos y posibles, así como una planificación o serie de planificaciones concretas, para ir logrando esas metas”.

“Dos cuestiones dominan, desde varias semanas atrás, el ámbito de las noticias en los grandes medios y en el comentario callejero, la campaña electoral, con sus incidencias disimuladas o francamente ignoradas por la prensa, radio y televisión -cuando de la de Cuauhtémoc Cárdenas se trata-, como si así pudiera taparse el sol, y el Pacto de Solidaridad Económica, destacando su éxito, según los voceros del gobierno, de los empresarios, de los comentaristas pagados y hasta de los líderes cebados por la burguesía, que no se atreven a denunciar que el pacto es imposible si perpetúa el robo que ha significado un reparto del PIB en el que al trabajo corresponde el 25.9% y al capital 55.2%, acentuándose esta proporción a favor del capital al amparo del PSE”.

Ya lo hemos dicho: nos convence su testimonio escrito porque conocemos al hombre, un durangueño de nuestros días.