Emiliano Hernandez Camargo

JOSÉ ÁNGEL CENICEROS

Hijo de don Felipe Ceniceros y doña Guadalupe Andonegui, vio la primera luz en Durango el 8 de junio de 1900.

La familia se trasladó a la capital de la República, donde nuestro personaje realizó sus estudios primarios, con tal aprovechamiento que el presidente Madero le concedió una beca para hacer carrera en la Escuela Normal de Maestros.

Después de la Decena Trágica y el magnicidio de Madero y Pino Suárez por el felón Victoriano Huerta, la conciencia nacional reclamó venganza a través de la revolución constitucionalista. Fue así como nuestro personaje, el año de 1914, con un grupo de compañeros normalistas decidió trocar las aulas por el campo de batalla.

Con fe en el triunfo se logró volver a la legalidad. Entonces el puñado de jóvenes regresó a las aulas a concluir sus estudios. Nuestro biografiado cerró tan importante etapa en 1917.

Pero el estudio lo reclamaba y decidió cursar la carrera de leyes para lo cual se inscribió, en 1918, en la Escuela Libre de Derecho. Ahí vio coronados sus nuevos esfuerzos al alcanzar el título de abogado el 25 de abril de 1925.

A partir de entonces simultaneó sus profesiones: por un lado impartía cátedras de nivel secundario y en su propia Alma Mater, la Normal; por otro ingresaba al servicio público a hacer carrera. Por esta vía fue, sucesivamente, abogado consultor de la Secretaría de Guerra y Marina, procurador de Justicia Militar y subprocurador General de la República.

Su prestigio en las aulas lo llevó a su segunda Alma Mater, la Escuela Libre de Derecho y posteriormente a la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM.

El presidente Cárdenas lo designó oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, después subsecretario y por algún tiempo encargado del despacho de la Secretaría. Al siguiente periodo presidencial el general Ávila Camacho lo nombró director general del diario El Nacional. En 1944 ingresó al servicio exterior donde sucesivamente fue embajador y ministro plenipotenciario en Cuba y Haití.

Al retornar al país, el presidente de la comisión intersecretarial para regular las inversiones extranjeras en México. Por otra parte, su prestigio académico lo conducía a presidir la Academia Mexicana de Ciencias Penales.

Al siguiente sexenio, el presidente Ruiz Cortines lo llamó a ocupar la Secretaría de Educación Pública, cargo que ejerció del Io de diciembre de 1952 al 30 de noviembre de 1958. Sucedía al licenciado Manuel Gual Vidal y antecedía al doctor Jaime Torres Bodet.

Con la perspectiva que da el paso del tiempo es posible apreciar en visión panorámica la actuación del durangueño en la Secretaría de Educación.

En primer lugar hay que considerar que durante su período se suscitaron graves problemas de política sindical, que apenas permitían mantener a flote la estructura de la Secretaría.

No obstante ese lastre, Ceniceros supo mantener con firmeza el timón y llegar al final de la jornada con realizaciones cuya proyección alcanza a nuestros días.

Con la guía del maestro Antonio Barbosa Heldt podemos enumerarlas.

  • La creación del Consejo Nacional Técnico de la Educación, que realizó su primera sesión plenaria del 28 al 30 de noviembre de 1967.
  • Reorganización del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE), que hasta la fecha cumple un cometido primordial en la educación pública del país.
  • La creación del Museo Pedagógico Nacional y, paralelamente, el otorgamiento de bases científicas y técnicas al Instituto Nacional de Pedagogía.
  • La realización, en 1954, de un Consejo Nacional de Educación Primaria.
  • La Fundación de 121 Centros de Adiestramiento Técnico para Indígenas, a tiempo que se prestaba especial atención a los Internados de educación Indígena.
  • La Creación de la Dirección General de Educación Audiovisual, como institución de apoyo y asistencia técnica al profesorado.
  • La creación de la Dirección General de Educación Preescolar y la de Internados de Primera Enseñanza.
  • Otras actividades en las que contó el decidido impulso de la Secretaría fueron:
  • El funcionamiento en el territorio nacional de 26,800 primarias con un total de 4′ 317, 082 alumnos.
  • El establecimiento de 125 escuelas secundarias distribuidas en todas las entidades federativas.
  • El aumento al subsidio a las universidades.
  • La conclusión y equipamiento de la Ciudad Universitaria así como el traslado de todas las Escuelas y Facultades de la UNAM a su nueva sede.

Después de este honroso cargo, Ceniceros se dedicó a escribir artículos y libros sobre dos temas de su predilección: educación y criminología. Algunos títulos de sus volúmenes aparecidos son: La Delincuencia Juvenil; La Inquietud Educativa; La Actitud de México en sus Relaciones Internacionales, etc.

Yo tuve el gusto de conocer a José Ángel Ceniceros en 1957 cuando él era secretario de Educación Pública y recibió en su despacho a un grupo de estudiantes de enseñanza primaria de los estados de la República.