Emiliano Hernandez Camargo

ELIZABETH LINDEN BRACHO

Elizabeth Linden, es una de las pintoras durangueñas contemporáneas que todavía no figuran en los más conocidos libros de biografías de durangueños. Otras son Magdalena Durán, Guadalupe Antuna, Salustia Pérez, Elba Aurora Alvarez Soto, Yolanda Hernández Salas e Irene Arias. Esta última “nació en Córdoba, Veracruz, pero fue en Durango y en la Escuela de Pintura de la UJED, donde recibió su formación artística”. Todas –al paso que vandarán lustre a Durango y obtendrán mayor reconocimiento a la calidad de su arte.

Elizabeth antes de adentrarse en el mundo de la pintura se formó como profesora de educación primaria en la Escuela Normal del Estado, de la cual egresó al principio de los sesentas. En esos años de estudiante de la Normal tenía mayor pasión por la poesía  que por las artes plásticas. De entonces data nuestra entrañable amistad.

Después de terminar en la Normal se inscribió en la Escuela de Pintura y Artesanías de la UJED que dirigía el maestro Francisco Montoya de la Cruz ahí realizó estudios de artes plásticas y al finalizarlos en 1969 se integró a la misma escuela como maestra de historia de arte y pintura.

Ocho años más tarde cuando ya había pintado muchos cuadros tiene su primera exposición individual en la galería Los Tlacuilos de la UJED. En 1978 expuso en el Auditorio Universitario en una muestra organizada por FONAPAS junto con las pinturas que mencioné al principio de estas notas.

Antes había participado  en tres exposiciones colectivas.

Dicen los que saben de arte que en estas exposiciones se afirman la personalidad artística…(de Elizabeth)…tan mexicana y universal. Se le califica como seguidora “de la escuela de pintura expresionista, de las cuales es una de sus más refinadas exponentes”.

En su pintura expresó su pasión por la libertad, construyendo a la vez su propia técnica ajustada a su sensibilidad.

“Así ha logrado dar a su mensaje mayor dramatismo siempre inundado de luz y color y dirigido a exponer si inconformidad contra nuestro mundo agresivo e inhumano, en contenido y las formas de sus obras”. Su pintura refleja su amor por el ser humano, el universo y los aspectos metafísicos que los rodean. Según mi hermana Rosario la vida de Elizabeth se colma espiritualmente con su pintura y con la práctica de yoga y naturismo y mediante el escribir  constante sobre temas esotéricos (“Ondas Acuarianas y Notas Cosmobiológicas”) y sobre aspectos culturales.

La formación de su hijo es hoy en día su objetivo cardinal, goza a  el placer de ser madre que le da la posibilidad de redescubrir –según ella- el mundo de su hijo Andrés Germán.

Volvamos a la pintura. Admira la arquitectura colonial y es por ello que en algunos cuadros ha plasmados de las iglesias, como es el  caso de la Malinche y el Templo de Analco que considera de gran valor histórico.

En septiembre de 1978, la maestra de historia del arte mexicanista, estuvo en Los Angeles con el objeto de dar a conocer la obra de la Escuela de Pintura, Escultura y Artesanías de la UJED y propiciar u acercamiento con los  durangueños y los mexicanos en general. Allá expuso veintiuno de sus trabajos pictóricos en una breve exposición de dos días que tuvo lugar en la Plaza de la Raza, ubicada entre la Misión Road y Valley, en Linco Park, de la ciudad de los Angeles los días 2 y 3 de septiembre de 1978.

El 28 de noviembre de 1979 fue inaugurada la Exposición de Otoño de Elizabeth Linden, con más de 35 cuadros todos realizados con técnica impecable y dentro de ese estilo expresionistas que tanta fama ha dado a la artista. Entre ellos  destacan Raíz de Silencio, Maternidad, La Luna Vive en el Cielo, El Abrazo y La Gente.

En 1980 se llevó a cabo la inauguración de la obra Pictórica de Elizabeth Linden Bracho, en el Agora Casa de la Cultura FONAPAS en esta entre otras exhibió Susana Amalia, el Corazón del Hombre, Arbol, Caminante, Larva y Cautivado por su Dramatismo. En julio de 1984 montó la exposición, La Vida del Tiempo, en la galería Los Tlacuilos.

Ahora hablemos de la mujer culta. La pintura y maestra es socia del Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Durango, y siempre está dispuesta a impartir conferencia sobre los diferentes temas del Arte Mexicano, ya sea en escuelas, casas de la cultura, clubes sociales y culturales.

El 27 de enero de 1979 Elizabeth Linden sustentó pláticas sobre Historia del Arte, a las damas rotarias. El 29 de junio de 1978 expuso una conferencia en el Museo de Antropología e Historia de la UJED ocasión que aprovechó para rendir un homenaje pleno de justicia al insigne durangueño Francisco Montoya de la Cruz.

En 1985 participó en el Seminario de Culturas Populares, organizado por el PRI con la conferencia Pintura Popular en Durango. De esta son los siguientes textos que reflejan su cariño a Durango y a nuestra cultura e identidad.

“Nuestro tema trata de la pintura sino de la pintura popular en Durango. Lamentablemente esa historia está todavía por escribirse; las muestras, son bellas, pero escasas”.

“Pintura popular es todo aquello que ha sido decorado o coloreado, lo mismo si es un objeto de madera o cerámica que una casa, in olvidar la obra de caballete y los murales; puede estar ejecutada sobre cualquier soporte: papel, tela, lámina, madera, etc. De esta pintura se ha dicho que es anónima, aunque  no necesariamente; su temática es variadísima: motivos vegetales y geométicos, paisajes (campestres y urbanos) arquitectura, figuras humanas y de animales, retratos de vivos y difuntos, historias moralizantes o ejemplos, narraciones gráficas de sucesos de interés público (de cuando la revolución o más antes) y exvotos (también llamados retablos) que sirven para agradecer y dejar constancia  de los milagros hechos por tal o cual santo, o virgen y son dignos de mención, los hermosos bodegones”.

“Volviendo al color (entiéndase pigmento) quiero para entrar de lleno en el tema, partir de las calles, de estas calles, a ratos, nomás de mis remembranzas, aunque más ojos vieron lo que yo ví, y dirán qué cierto es o buscarán  la semejanza. Tengo memoria de una casa pintada con flores gigantes enmarcadas las jambas de su vano de acceso y flores pequeñas como a  manera de greca, más o menos a media pared; por la puerta, casi siempre entreabierta, se dejaban ver más flores en los muros del interior. La ubicada por las calles de Hernández, al  norte pero al buscarla me encontré con puros muros lisos, sin más que el color por todo ornato, al norte mismo, hay una casa de tres pisos con cada piso pintado de un color diferente: rojo, amarillo, azul, está cerca del Mercado de Independencia. Por el rumbo, había una casa pintada de negro y casi en cada cuadra de la ciudad, nos podemos encontrar con una sorpresa, esto sólo para confirmar que los mexicanos somos un pueblo con un padecimiento de amor crónico por el color y es de la mano del color que caminaremos en el mundo de la pintura popular”.

“En cuanto a la cerámica, en el contexto actual de la entidad, habría que remitirnos a la Escuela de Pintura, Escuela y Artesanías de la UJED, puesto que en las dos últimas alfarerías, la de los Radatz, situada por Guadalupe y Pereyra y otra en frente de ésta, en donde hacían cazuelas vidriadas y macetas con molde, estas alfarerías ya desaparecieron y su decorado siempre fue monocromo y si mucho bicromo, volvamos pues a la Escuela en donde la decoración es sobre engobes, casi siempre de gracia, aunque se tiene algunas experiencias con esmalte y algo que podríamos llamar accidente dirigido, también el vidrio decorado sería una buena muestra de esta pintura.

Posiblemente se argumente, que al hablar de una escuela y su producción como tipo de arte popular, estoy entrando en contradicción con los conceptos que se emitieron al principio de este trabajo, pero puedo asegurarles que no es así, no en el caso de la escuela a que me refiero puesto que aún en la propia aula de pintura y para hablar de contemporáneos, se dieron dos muy buenos pintores populares: María Luisa Granados y Alberto Salazar Nava, no quiero dejar de hablar del maestro Manuelito, de don Manuel Rodríguez Prado, maestro mío en dibujo y pintura en la Escuela Normal del Estado y maestro de muchas generaciones de secundaria y bachillerato de casi todas las instituciones de enseñanza media de aquellos tiempos. Recuerdo sus estudios y composiciones, bien realistas, como dice la señora Salustia Pérez de Soria, pintora también, quien me ayudó a recordar, pero fuertemente populares en cuanto al tema”.