Emiliano Hernandez Camargo

GRAL. ELPIDIO G. VELAZQUEZ

Ahora expreso mi reconocimiento particular al general Elpidio G. Velázquez quien siendo gobernador del estado en el período de 1940 a 1944 realizó una obra material importante en el estado y fundó por primera vez el Instituto Tecnológico de Durango.  De éste dejó el edificio el cual fue ocupado en 1945 por el Internado de Segunda Enseñanza.  Dejó la iniciativa de crear una institución de educación técnica superior, la cual en virtud de que terminó su período de gobierno y de que careció de un proyecto académico sólo se materializó hasta 1948 en que la SEP y el gobierno del estado formalizaron documentalmente –el 2 de agosto- la fundación del Tecnológico, con el mismo nombre de Instituto Tecnológico de Durango que se había grabado en las canteras del edificio de la Nueva Vizcaya.

            Acontecimiento que se consignó a 8 columnas en la primera plana del Diario de Durango del 12 de septiembre de 1944 de la manera siguiente “Imponente resultó ayer la inauguración del Tecnológico”.

            El Instituto Tecnológico de Durango no sólo fue el primero, cronológicamente, en abrir sus puertas.  También ha resultado ser el distintivo del Sistema por la hermosura de su edificio, que nos lleva en el tiempo al ya lejano 1944, esta construcción fue hecha por el ingeniero Civil José Bracho y por el arquitecto Carlos Gómez Palacio, en los años de 1943 y 1944.

            Efectivamente, en ese año cumplía su último año de administración el gobernador constitucional general Elpidio G. Velázquez, quién promovió desde 1942 la construcción del edificio del Instituto Tecnológico y cuya inauguración tuvo lugar el 11 de septiembre de 1944.  Cabe puntualizar que en esos años vivía momentos difíciles el Politécnio y el proyecto cardenista de enseñanza técnica parecía naufragar.  Fue hasta 1943 con la llegada de Torres Bidet a la SEP cuando se inició la recuperación del IPN y se retomó la idea de construir escuelas vocacionales para difundir la enseñanza técnica.  Sin embargo fue hasta 1944 cuando la SEP manifiesta su interés de conceder al IPN atención especial y de iniciar “un programa de educación técnica que, a partir de 1945 habrá de manifestarse merced a la fundación de Centro Técnicos Regionales”.

            Volvamos al edificio, su ubicación era fuerte de la traza urbana de la ciudad, en la Colonia Vizcaya, al oriente de la población y con un superficie aproximada de 10 hectáreas.

            En la memorable ocasión inaugural el doctor Jaime Torres Bidet, secretario de Educación Pública, expresó: “Nos congrega hoy un acto de significación muy alentadora para el progreso de nuestra patria: la inauguración del Instituto Tecnológico, que ha creado, con visión luminosa del porvenir, el gobierno del señor general Elpidio G. Velázquez”.

            Por su parte el mandatario durangueño externo: “Encerrado dentro del marco de una topografía hostil y carente de importantes vías comunicativas, Durango ha sido solamente un espectador en la rápida prosperidad de otras entidades de la República a quienes envía su propia riqueza… Con el reconocimiento de sus problemas y con los ojos puestos en el porvenir de Durango, se ha construido este edificio gracias a la patriótica actitud del señor presidente de la República que hizo posible, con su ayuda económica, la realización material de una obra que el sacrificio de este pueblo no podría terminar”.

            Nuestro personaje nació en San Juan de Guadalupe, Durango, el 12 de mayo de 1892.  Ahí cursó sus primeros estudios para enseguida trasladarse a Gómez Palacio, en donde se vio obligado a trabajar, primero como obrero, y después como empleado.

            Durante el movimiento armado de 1910 militó en las huestes de los generales Eugenio Aguirre Benavides, Mariano López Ortiz y Francisco Espinoza, de la División del Norte del aguerrido Francisco Villa.

            Después de la lucha constitucionalista prosiguió en la carrera de las armas y fungió como subjefe del estado mayor presidencial del general Lázaro Cárdenas; también ocupó la jefatura de los regimientos 55 y 64.  posteriormente, fungió como director general de las fábricas de materiales de guerra de la Secretaría de la Defensa Nacional.  A mi modo de ver fue el contacto con Cárdenas y la experiencia en esas fábricas las que motivaron sus acciones orientadas a la formación de técnicos para apoyar el desarrollo económico de Durango y favorecer a las clases populares.

            Fue electo gobernador constitucional de Durango por el cuatrienio 1940 – 1944, cargo que ocupó con el aplauso general pues fueron múltiples las realizaciones de su gobierno.  Ya hemos hecho referencia a la construcción de las carreteras de México y Gómez Palacio y la prolongación de la calle Negrete.  Asimismo se realizó la construcción del monumento a la bandera, que constituye un ello punto de referencia en la topografía estética de la ciudad.

            Otras obras de beneficio colectivo fueron: la construcción de la carretera Durango a Torreón, una vía largamente esperada por los durangueños; la fundación de la colonia Nueva Vizcaya, al oriente de la traza urbana y en donde el gobierno del estado poseía predios; la ampliación del Parque Guadiana y la construcción de su Alberca Olímpica, verdadero orgullo de la ciudad.

            Particular interés le concedió a la instrucción pública y fue así como el impulso se dejó sentir masivo y sostenido.  Fue así como, al ampliar el presupuesto del Gobierno del estado, se incrementó el porcentaje destinado a la educación, con especial referencia a las escuelas rurales.      

            Asimismo, fundó la Casa del Maestro que con el paso de los años se vino a convertir en el Hotel del Magisterio lo que constituyó un positivo servicio social.

            En lo general le interesaba la más íntima realidad social, por lo que no eran raras sus visitas a los barrios de la ciudad, sin previo aviso y casi sin acompañantes, lo que le permitía entrar en estrecho contacto con las clases más desprotegidas.

            Retirado de la cosa pública falleció en Guadalajara, Jalisco, el 14 de noviembre de 1977.  Actualmente sus restos descansan en tierra durangueña a la que tanto amó y sirvió.